Hace 14 años escribí una columna titulada “Los gases de la basura”. Citaba estudios realizados en Estados Unidos sobre los gases emitidos por los rellenos sanitarios de basuras domésticas. Estos confirmaban la emisión de metano (un gas invernadero asociado al calentamiento global) y de contaminantes muy tóxicos que pueden afectar el sistema respiratorio y el corazón.
Así como otros asociados a problemas reproductivos y al cáncer, es el caso del benceno, el vinil cloruro, el cloroformo. Los estudios advertían que los habitantes de zonas cercanas a los rellenos están expuestos a las letales emisiones. El problema –entonces- no es “sólo de malos olores” como les he escuchado a algunos, el problema es de vida o muerte.
Los efectos de estas sustancias son conocidos desde hace rato. Sin embargo, vivimos en un país donde poco o nada se hace para proteger a la ciudadanía. En este contexto hay que analizar el tema de los gases producidos en los “rellenos” colombianos.
Leo en El Espectador del viernes pasado: “Las suposiciones de los vecinos del relleno Doña Juana (Bogota) fueron confirmadas por los investigadores de la Universidad del Valle. Fabián Méndez, director del estudio que evaluó la influencia del relleno en la población cercana, les informó a los habitantes que el aire que respiran desde hace más de 20 años contiene partículas PM10, Benceno y Xileno”. “Las PM10, pueden inflamar los bronquios, el Benceno causa convulsiones, alteraciones del ritmo cardíaco y hasta leucemia”.
El lunes el Nuevo Siglo informó:”Desmonte del relleno Doña Juana será un hecho. Los niños habitantes de la zona tienen menor peso y velocidad de crecimiento, padecen diarrea aguda y alergias en la piel”.
Aquí en Bucaramanga sigue pasando el tiempo y hasta la fecha no sabemos qué va a pasar con las basuras del Área Metropolitana. El lunes el Alcalde declaro en RCN: La ciudad se acoge al protocolo de Kioto “se trata de extraer y quemar el dióxido de carbono, el biogás que afecta el recalentamiento de la capa de ozono”.
Curioso, no sabía que se quemaba el bióxido de carbono, que es un producto de la combustión, pensaba que el combustible era el metano. Tampoco sabia que el “biogás” (metano y otros) “recalentaba” la capa de ozono. Estaba convencido que ésta era afectada por las sustancias agotadoras de ozono, diferentes a los gases de invernadero, regidos por Kioto.
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