Publicado en Vanguardia Liberal en junio 25 de 2008
La famosa ovejita Dolly fue el primer animal clonado –en 1996- a partir de células tomadas de un individuo adulto. Más tarde se clonaron otras especies como ratones, vacas, cabras, cerdos, conejos y caballos. El interés es reproducir individuos idénticos, con características interesantes comercialmente, como es una mayor producción de leche o carne. Esta es una reproducción asexual, diferente de la sexual en la que el macho y la hembra aportan cada uno su material genético y producen individuos con características diferentes a las de sus padres.
Durante las primeras etapas del proceso evolutivo de las especies, se cree que la reproducción de los primeros organismos era por división celular (como ocurre todavía con algunos), lo que producía individuos idénticos. Es con la aparición del sexo que la diversidad biológica prospera; el sexo es considerado un motor de la biodiversidad. Por ello, algunos consideran que la clonación es un atentado contra la diversidad y la misma evolución.
La diversidad explica por qué cada persona tiene su propia huella genética, que permite su identificación. Esas diferencias son las que también hacen posible que los individuos no tengan la misma respuesta frente a una amenaza, como es el caso de las plagas o enfermedades. Así, al existir dentro de una misma población individuos que tienen una mayor resistencia frente a una determinada enfermedad, la supervivencia del conjunto está asegurada. En una población donde todos son idénticos, las posibilidades de defensas son menores frente a una plaga, enfermedad o cambio climático. Así que la diversidad es también un mecanismo de supervivencia.
La otra inquietud con los clonados es si su consumo puede ser nocivo para la salud. Aunque su comercialización actual tiene el inconveniente de que los animales clonados son muy costosos, el consumo de la carne y leche de estos animales fue aprobado en Japón en el 2006. En Estados Unidos, la Food and Drug Administration asegura que son aptos para consumo humano.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria –por su parte- ha analizado el asunto con mayor prudencia y ha señalado que se requieren mayores estudios. Lo que parece sensato si consideramos que los animales clonados no gozan de muy buena salud y mueren antes que los normales. Para activistas de Greenpeace: "Las prisas por introducir esta tecnología obedecen a intereses económicos de las grandes multinacionales".
La famosa ovejita Dolly fue el primer animal clonado –en 1996- a partir de células tomadas de un individuo adulto. Más tarde se clonaron otras especies como ratones, vacas, cabras, cerdos, conejos y caballos. El interés es reproducir individuos idénticos, con características interesantes comercialmente, como es una mayor producción de leche o carne. Esta es una reproducción asexual, diferente de la sexual en la que el macho y la hembra aportan cada uno su material genético y producen individuos con características diferentes a las de sus padres.
Durante las primeras etapas del proceso evolutivo de las especies, se cree que la reproducción de los primeros organismos era por división celular (como ocurre todavía con algunos), lo que producía individuos idénticos. Es con la aparición del sexo que la diversidad biológica prospera; el sexo es considerado un motor de la biodiversidad. Por ello, algunos consideran que la clonación es un atentado contra la diversidad y la misma evolución.
La diversidad explica por qué cada persona tiene su propia huella genética, que permite su identificación. Esas diferencias son las que también hacen posible que los individuos no tengan la misma respuesta frente a una amenaza, como es el caso de las plagas o enfermedades. Así, al existir dentro de una misma población individuos que tienen una mayor resistencia frente a una determinada enfermedad, la supervivencia del conjunto está asegurada. En una población donde todos son idénticos, las posibilidades de defensas son menores frente a una plaga, enfermedad o cambio climático. Así que la diversidad es también un mecanismo de supervivencia.
La otra inquietud con los clonados es si su consumo puede ser nocivo para la salud. Aunque su comercialización actual tiene el inconveniente de que los animales clonados son muy costosos, el consumo de la carne y leche de estos animales fue aprobado en Japón en el 2006. En Estados Unidos, la Food and Drug Administration asegura que son aptos para consumo humano.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria –por su parte- ha analizado el asunto con mayor prudencia y ha señalado que se requieren mayores estudios. Lo que parece sensato si consideramos que los animales clonados no gozan de muy buena salud y mueren antes que los normales. Para activistas de Greenpeace: "Las prisas por introducir esta tecnología obedecen a intereses económicos de las grandes multinacionales".
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