Columna publicada en Vanguardia Liberal en marzo 10 de 2010
El 19 de febrero el presidente Álvaro Uribe estuvo en la Universidad Santo Tomás inaugurando la Cátedra de Emprendimiento. Durante el evento, los estudiantes Wayuu cuestionaron al Icetex, ya que no habían recibido los créditos prometidos el año pasado. Los indígenas agradecieron a la Universidad, que no les cobra sus matrículas, pero advirtieron que sin los créditos “no tenemos cómo sostenernos”.
Una vez oyó la queja, Uribe pidió el celular que lo acompaña en sus consejos comunales, llamó a la directora del Icetex y la conminó a agilizar el trámite. Los asistentes aplaudieron la reacción del Presidente, quien sin duda cosechó un par de votos (esto fue antes del naufragio del referendo). Leo en la Vanguardia del 28 de febrero que el Icetex aún no había entregado los recursos; los Wayuu reiteraron que no tienen dinero para el bus, para fotocopias, ni para nada ¿No será que Metrolínea les regala unas tarjetas?
Este incidente permite corroborar que al Presidente le gusta “resolver” problemas puntuales en sus diferentes modalidades de consejos comunitarios, pero que no está interesado en aplicar políticas nacionales de beneficio social. En este caso, aparentemente solucionó (esperemos que así sea) un problema de créditos a unos estudiantes indígenas, pero no hace ni dice nada frente a los continuos asesinatos y atropellos que sufren los indígenas colombianos. La concejal indígena Ati Quigua del PDA de Bogotá, ha denunciado que grupos indígenas “están siendo asesinados por la mafia de las drogas y la política guerrerista del Estado colombiano”.
Éste es el estilo uribista de gobierno, poses espectaculares para cosechar el aplauso de las masas, mientras que los problemas de fondo se hinchan. Mientras le otorga un subsidio a un microempresario, el desempleo y la informalidad crecen en forma monstruosa en el ámbito nacional. La ciudadanía debe entender que los presidentes no están para arreglar vías veredales o repartir subsidios, sino para liderar políticas sociales y económicas de gran alcance y trascendencia. Esa es la diferencia entre el estadista y el populista.
Por lo mismo votemos para desterrar del Congreso y la Presidencia el populismo caudillista, la corrupción politiquera, la mediocridad y las alianzas con grupos armados de cualquier pelaje. Votaré por los candidatos del PDA que no sean anapistas. Pero hay otras opciones: es el caso del médico liberal Salvador Rincón (tarjetón 104).
1 comentario:
He was really very quick. And yeah! he should be awarded some votes for his act...
Publicar un comentario