La mayoría de las teorías científicas que se enseñaron durante el siglo XX tienen sus raíces en la antigüedad. Demócrito planteó los fundamentos de la teoría atómica varios siglos antes de Cristo. Pitágoras disertaba sobre la evolución. Aristarco de Samos sabía que la tierra giraba en torno al sol, una idea que sólo se aceptó hasta los años de Galileo Galilei, varios siglos más tarde. También en el siglo XVI el monje dominico Giordano Bruno –basado en documentos polvorientos- propuso una visión del universo que resulta muy cercana a la actual.
Muchos sabios de la antigüedad adquirieron sus conocimientos en Egipto, cuna de saberes que se pierden en la noche de los tiempos. Precisamente en el norte de Egipto se construyó la Biblioteca de Alejandría, el primer intento de recopilar y organizar el conocimiento humano mundial. Como los libros se copiaban a mano, las destrucciones de la gran Biblioteca (y de otras) produjeron pérdidas irreparables.
Sin embargo, muchos mapas y escritos escaparon a las llamas y fueron reproducidos y traducidos en conventos y monasterios. Es en estos lugares que hay que buscar el origen de las primeras universidades, en las escuelas existentes en los mismos, en las que se recibían estudiantes y se impartían títulos. Las universidades como tales surgen en los siglos XII y XIII, el nombre proviene del latín universitas, que en la Edad Media tenía el significado de asociación o “sindicato” de alumnos o maestros.
En el Proyecto Educativo Institucional de la Universidad Santo Tomas se lee: “El modelo de la Universidad es herencia del modelo clásico de las primeras universidades de la cristiandad en el siglo XIII. Desde su fundación los Dominicos se formaron en torno a las grandes universidades, de las cuales, con frecuencia fueron destacados profesores”.
Cuando llegaron a América los Dominicos trajeron sus principios y conocimientos. El famoso dominico Bartolomé de las Casas –llamado el apóstol de los indios- es considerado un precursor de la defensa de los derechos humanos. Los Dominicos también “trajeron el currículo de sus Estudios Generales, diseñado en 1259 por un equipo encabezado por Alberto Magno y Tomás de Aquino. Con él organizaron las primeras universidades” en 1580. La Santo Tomas es tal vez la Universidad más antigua de Colombia.
A la Seccional Bucaramanga se le concedió licencia en 1972. Actualmente, tiene 12 programas de formación profesional, 22 de postgrado y uno de Maestría. Y este año solicitó al Ministerio de Educación la aprobación de dos nuevos programas, en Ingeniería Industrial y Química Ambiental. Por lo anterior, la Universidad ha obtenido importantes reconocimientos en los últimos años. Hace un par de semanas recibió de la Presidencia de la República y el Ministerio de Educación Nacional la Orden a la Educación Superior y a la Fe Publica Luís López de Mesa. La distinción fue otorgada en el Palacio de Nariño a su rector Fray Carlos Arturo Díaz Rodríguez (también colaborador de Vanguardia Liberal) en virtud “de la excelencia y acreditación de alta calidad de sus programas”.